Página 57 - Spanish

Versión de HTML Básico

EL QUINTO MANDAMIENTO
59
De esta manera, el hijo aprenderá el
hábito de obediencia.
Aprenderá a
respetar la autoridad.
Y a su debido tiempo, si su
mente se abre al conocimiento del PADRE Supremo de toda vida,
ya tendrá aprendidas
las bases mismas del carácter de Dios
-
fiel
OBEDIENCIA a Dios, y profundo
respeto
y
reverencia
hacia toda ley
y autoridad constituida.
La obediencia trae bendición
El apóstol Pablo subraya la bendición que va adherida al
quinto mandamiento: "Para que te vaya bien y seas de larga vida
sobre la tierra" (Efesios 6:3).
El joven que desde la niñez aprende el
hábito de obediencia
hacia aquellos que legítimamente son sus superiores, JAMÁS llegará
a ser un delincuente juvenil. JAMÁS pensará en robar o golpear a
un anciano. JAMÁS pensará en desafiar desdeñosamente a las auto–
ridades policíacas o escolares.
Para decirlo más claro, el joven educado en obediencia a sus
mayores, JAMÁS
exhibirá esa abierta e intencional rebelión y
corrupción de carácter que es ya tan común entre las juventudes
modernas.
La
obediencia
al quinto mandamiento automáticamente
redunda en edificación de buenos hábitos y excelencia de carácter
que tienden a prolongar la vida. El joven así instruido evitará en lo
posible todo
descuido,
será enemigo de
la violencia,
rehuirá
las
malas compañías,
y jamás se verá envuelto en
rebelión contra la
autoridad,
lo cual casi siempre conduce a la muerte.
Y, en su final significado, aquellos que aprenden a
respetar
y a
obedecer
a sus padres, y posteriormente- debido a este entrena–
miento - a Dios mismo, ciertamente "vivirán más días sobre la
tierra". Porque como dijo Jesús: "Bienaventurados los mansos (los
humildes y obedientes), porque ellos
recibirán
la
tierra por here–
dad"
(Mateo 5:5).
Además el hijo obediente recibe muchas bendiciones
diarias,
y
ciertamente el sentirse libre de temores y ansiedades es una bendi–
ción no pequeña. Como lo indicó el juez Leibowitz, el niño vive
confundido a menos que se le señalen las fronteras o límites de sus
actividades. Pero si los padres le dicen al niño cuáles son esos
límites - y éste permanece dentro de los mismos - el niño se
siente libre de la
responsabilidad
que innatamente percibe que
corresponde a sus padres asumir.