Página 66 - Spanish

Versión de HTML Básico

68
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
al lago de fuego".
¡Tal
es la aplicación que según Jesucristo tiene el
sexto mandamiento para usted y para mí! Si anidamos
odio
y
enojo
en nuestros corazones, estamos anidando el "espíritu" de
HOMICIDO.
Al pensamiento sigue la acción. Primero pensamos, luego
actuamos. El Espíritu de Cristo nos guía no sólo a controlar
nuestras acciones, sino a controlar nuestros
pensamientos
y nues–
tras
actitudes.
En parte, el Nuevo Pacto es el proceso de escribír Dios su LEY
en nuestros corazones, y mentes, y en lo íntimo de nuestro ser
(Hebreos 8:10).
Dios dijo por conducto de Pablo: "No os venguéis vosotros
mismos, amados míos, antes dad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor" (Romanos 12:19).
El hombre no tiene·
la aptitud
necesaria para tomar venganza
con la debida sabiduría y justicia que a todos concierne. Dios es el
ÚNICO que posee la sabiduría y el poder y el derecho de tomar
venganza sobre los seres humanos - al grado de
ejecutarlos
si así
se hace necesario. El verdadero cristiano tiene que llegar a saber
que Dios es REAL - y que su
protección
y su venganza es tan
real
como El.
El carácter que usted debe formar
¿Cómo debe, entonces, tratar usted a sus enemigos? "Así que,
si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer;
si
tuviere sed, dale de
beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su
cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal"
(Romanos 12:20-21).
Se requiere verdadera
firmeza
de carácter para
ayudar
y
servir
al prójimo que dírectamente ha tratado de hacernos daño. Se
requiere sabiduría espiritual para caer en la cuenta de que nuestro
enemigo es también un ser humano hecho a la imagen de Dios, que
simplemente ha sido mal orientado en sus acciones y pensamien–
tos.
En lugar de la tendencia natural a tratar de "desquitarnos"
con uno que nos ha hecho daño, el verdadero cristiano tiene que
APRENDER la lección que al apóstol Pablo le fue permitido transfe–
rirnos dírectamente de los labios de Cristo: "Más bienaventurado
es dar que recibir" (Hechos 20:35, Versión Moderna).
Dios es el DADOR de toda buena dádiva y de todo don perfecto