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EL OCTAVO MANDAMIENTO
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También es igualmente cierto
y aún más
en esta
era
de
corrumpente sindicalismo
-
que muchos obreros
ROBAN
a sus
patrones, porque cobran su salario sin rendir todo lo que les
corresponde en trabajo honesto. ¡Y eso es
ROBAR!
Muy frecuentemente el obrero dice a su compañero: "Más
despacio, amigo, si sigues trabajando así de duro,
todos
tendremos
que hacer lo mismo".
El octavo mandamiento del Todopoderoso tiene un mensaje
para
ambos,
el capital y el trabajo.
Al capital le dice: "Un justo salario por cada justo día de
trabajo".
Al trabajador: "Un justo día de trabajo por cada justo salario
de un día".
El mandamiento aplicado
positivamente
En la carta a los Efesios quedó inscrita la aplicación definida,
positiva del octavo mandamiento: "El que hurtaba, no hurte más;
antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que
tenga de qué dar al que padeciere necesidad" (Efesios 4:28).
Por una parte, este pasaje
condena
el robo. Y por la otra, el
hábito de
trabajar
y la virtud de
dar
están delineados como el
MODO DE VIDA
que dicta la aplicación positiva del mandamiento de
Dios.
La propiedad y las posesiones han de ganarse mediante
tra–
bajo honrado
-
no meramente con el fin de satisfacer deseos
personales y necesidades - sino para que cualquier exceso sea
DADO
gratuitamente al hermano en necesidad.
Según el verdadero intento o
"espíritu" de la Ley
de Dios, el
hombre no solamente roba cuando
despoja
a otro de lo propio, sino
cuando se rehusa a trabajar para
compartir
y
DAR
de sus ganancias
a los necesitados.
El verdadero cristiano debe "compartir para las necesidades
de los santos; practicando la
hospitalidad"
(Romanos 12:13, Ver–
sión Reina-Valera, Revisión 1960).
Como hijos engendrados de Dios tenemos que llegar a ser
semejantes a él.
(Mateo 5:48). Y Jesús dijo: "Mi Padre hasta
ahora
obra
y yo
obro"
(Juan 5:17).
El reino de Dios es un reino
creativo, trabajador
y
produc-