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¿Hay vida después de la muerte?
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y el nacimiento. Ese período, en el género humano, es de
nueve meses. A ese período de nueve meses le llamamos
gestación.
Después de la concepción, el óvulo ya fecundado es
llamado
embrión.
Al cabo de unos pocos meses se le da el
nombre de
feto.
Durante esos nueve meses no nos referimos
al embrión ni al feto como a un ser ya nacido. Ese embrión
o feto sí es hijo de sus padres, pero todavía está atravesando
por el proceso que culminará en su nacimiento. Es un hijo no
nacido aún. El padre ya lo ha engendrado, pero la madre
todavía no lo ha dado a luz.
En cuanto al "nacer de nuevo", el proceso de este se–
gundo nacimiento comienza cuando la VIDA ESPIRITUAL DE
DIOS nos es impartida mediante el espíritu santo que, ema–
nando de la persona misma de Dios, penetra en nuestro
interior para morar en nosotros. Conviene leer una vez más
las palabras de Pablo: "Y si el espíritu de aquel que levantó
de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de
los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuer–
pos mortales por su espíritu que mora en vosotros" (Romanos
8:11). Esta es la descripción de lo mismo que Pablo explica
en 1 Corintios 15:50-53 ... la resurrección.
Queremos que esto quede bien claro porque millones de
personas que profesan ser cristianas creen sinceramente que
cuando aceptan a Cristo o reciben su espíritu santo, ya han
"nacido de nuevo". Sin embargo, lo que realmente ocurre es
lo siguiente: Después de cumplir con las condiciones de arre–
pentimiento, fe y bautismo, uno recibe el espíritu santo. El
espíritu de Dios le constituye en miembro de la Iglesia de
Dios. La Iglesia es llamada el cuerpo de Cristo: "Porque por
un solo espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo ..." (1
Corintios 12:13).
La Iglesia es nuestra madre
A la Iglesia se le llama en la Biblia "la Jerusalén de
arriba" o "Jerusalén la celestial" (Hebreos 12:22). Con esto en
mente, tomemos nota de lo que nos dice Pablo en su epístola
a los gálatas: "Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre
de todos nosotros, es libre" (Gálatas 4:26).
He aquí la analogía que surge de este análisis: Cuando
somos engendrados por Dios el Padre mediante la recepción