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¿Hay vida después de la muerte?
de su espíritu santo, somos puestos dentro de la Iglesia, la
cual, durante este período de gestación, es nuestra madre.
La madre humana alimenta al hijo que lleva en su seno,
de modo que ese hijo, en su etapa embrionaria y fetal, pueda
crecer y desarrollarse físicamente. Además, ella lo lleva en la
parte de su organismo donde la criatura puede estar mejor
protegida contra el riesgo de lesiones físicas, hasta que llegue
el momento del parto.
La madre espiritual - la Iglesia - tiene la misión de
"apacentar la grey" (1 Pedro 5:2) por medio del ministerio
que Dios le ha dado "a fin de perfeccionar a los san–
tos ... para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto ..." (Efesios 4:11-13). De
la misma manera en que el feto humano se desarrolla y crece
físicamente durante el período de gestación que
precede
a su
nacimiento, también nosotros, después de ser engendrados
por el espíritu de Dios, nos desarrollamos y crecemos espiri–
tualmente
antes
de nuestro segundo nacimiento.
La vida humana comienza con lo que la Biblia llama
"simiente corruptible" (1 Pedro 1:23), es decir, la célula
espermática. La vida divina, en cambio,
empieza
con lo que
es incorruptible: el espíritu santo de Dios que penetra en el
ser humano. Y así como el embrión humano debe crecer hasta
convertirse en feto y luego continuar desarrollándose hasta
nacer, también el cristiano, en quien se ha engendrado la vida
divina por el don que Dios le da de su
incorruptible
espíritu,
debe crecer hasta alcanzar la perfección para después nacer
dentro de la familia de Dios.
Entonces
será perfecto, incapaz
de pecar.
Pero esa perfección de
CARÁCTER
justo y santo debe
desarrollarse con la ayuda de Dios y su espíritu santo durante
esta vida humana, que es la etapa de "gestación" espiritual.
La Iglesia no sólo alimenta a sus miembros con la Pala–
bra de Dios (alimento espiritual), sino que también protege
a los hijos engendrados por Dios, aún no nacidos dentro de
la familia de Dios, para que no sufran daño espiritual, como
bien nos lo enseña el siguiente versículo: "para que ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo
viento de doctrina, por estratagema de hombres que para