Página 22 - Spanish

Versión de HTML Básico

18
¿Hay vida después de la muerte?
de la corrupción. Todavía no está libre; lo estará después de
la resurrección. Si bien este pasaje no se refiere directamente
a nuestro nuevo nacimiento, sí constituye una comparación
directa con el nacimiento de un niño que, saliendo del claus–
tro materno, entra en el mundo.
La resurrección, el momento en que seremos convertidos
en espíritu y heredaremos el reino de Dios, será el tiempo en
que nos LIBERTAREMOS de la esclavitud de lo corruptible y de
este mundo de pecado. ¡SERÁ UN VERDADERO NACIMIENTO!
Cristo, por su resurrección, nació de nuevo
Continuemos leyendo las palabras del apóstol Pablo:
"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que
él sea el
primogénito
entre muchos hermanos" (Romanos 8:29).
Comparemos este texto con los versículos
3
y
4
del
capítulo
1
de la misma epístola: "Acerca de su Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne,
que fue declarado Hijo de Dios ... por la resurrección de
entre los muertos".
En la carne, por su primer nacimiento, Jesús era del
linaje de David. Pero por la resurrección de entre los muertos,
su nuevo nacimiento, se convirtió en el Hijo de Dios, es decir,
ya no humano sino compuesto de espíritu. Así, Cristo se
convirtió en el primogénito entre muchos hermanos, los que
también nacerán de nuevo cuando llegue el tiempo de la
resurrección de los que pertenecen a Cristo.
Nos damos cuenta, por supuesto, al igual que se dio
cuenta Pablo cuando escribió las palabras que acabamos de
citar, de que Jesucristo también era Hijo de Dios como ser
humano. Aunque nació de una mujer humana, había sido
engendrado por Dios. Pero lo que queremos señalar aquí es
la comparación de los dos nacimientos: uno, como des–
cendiente de David, nacido de María, su madre humana;
otro, como Hijo de Dios, en virtud de su resurrección a la
gloria.
Aclaremos enfáticamente que esto no implica que Jesús
fue un pecador que necesitaba ser salvo. Como pione¡p, Jesús
nos dio el ejemplo de que también nosotros podemos NACER
de Dios.