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¿Hay vida después de la muerte?
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Más adelante se explicará sobre la resurrección de aque–
llos que "son de Cristo": los cristianos espiritualmente engen–
drados. Pero ¿qué ocurre con los demás?
Los mismos que mueren en Adán, según el versículo 22,
"en Cristo ... serán vivificados" mediante una resurrección.
En el versículo 23 leemos que "los que son de Cristo [serán
resucitados] en su [segunda] venida", ahora inminente, en la
presente generación. "Luego [vendrá] el fin" (versículo 24).
Pero los detalles de la resurrección del resto de la humanidad,
la gran mayoría de todos los seres humanos que han existido,
se hallan en otra parte de la Biblia.
En el capítulo 20 del libro del Apocalipsis se mencionan
dos resurrecciones adicionales, además de la primera.
La primera resurrección está descrita en el versículo 4,
donde dice que los que son de Cristo vivirán y reinarán con
Él en la tierra por mil años. Satanás será prendido y ence–
rrado en el abismo (versículos 1-3), pero los otros muertos no
volverán a vivir hasta que se cumplan mil años (versículo 5).
Después, comenzando con el versículo 11, leemos: "Y vi
un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante
del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños,
de pie ante Dios [por motivo de la segunda resurrección]; y
los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es
el libro de la vida; y fueron juzgados ... según sus obras".
Esta será la mayor resurrección en cuanto al número de
personas que serán resucitadas. Incluirá a los miles de millo–
nes de individuos que,
sin ser juzgados
en ese entonces,
vivieron
SEPARADOS
de Dios.
Esencialmente, la Biblia es un libro sobre la nación de
Israel. El relato de la resurrección de todos los israelitas que
no fueron llamados previamente a la salvación espiritual se
encuentra en el capítulo 37 del libro de Ezequiel. En una
visión el profeta Ezequiel fue llevado a un valle lleno de
huesos secos. En el versículo 11 Dios le dijo que los huesos
eran la casa de Israel. A estos esqueletos se refiere la Escri–
tura cuando dice: "Nuestros huesos se secaron, y pereció
nuestra esperanza".
Pero al Profeta se le dijo que les declarara a estos
esqueletos: "Así ha dicho el Eterno el Señor: He aquí yo abro