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La llave maestra de la profecía
las promesas materiales y nacionales, y por otro lado el cetro,
o sea las promesas espirituales y aquellas relativas al linaje
real.
Es de primordial importancia recordar que la primogeni–
tura, incluyendo la tierra prometida que hoy se llama
Palestina, así como una población multitudinaria, prosperi–
dad nacional y predominio sobre otras naciones,
pasó a José
y
a sus hijos.
La
PRIMOGENITURA
no fue heredada por todas las
tribus de Israel. No fue heredada por los judíos. Esas
promesas
nacionales
se transmitieron sólo a una parte de los
israelitas, a saber,
los descendientes de José.
Por lo tanto, las promesas materiales, referentes a
esta
vida, pertenecen a una tribu totalmente distinta de aquella
que posee la promesa del cetro, o sea del linaje real que
culmina con Jesucristo, pues esta última promesa, la
espiritual, pasó a la tribu de Judá.
Para resumir, debe quedar muy claro que hubo dos tipos
de promesas. Las promesas acerca de Cristo correspondieron a
Judá, pero las promesas nacionales y materiales correspondie–
ron a otra tribu totalmente distinta, la de José. Esta es una
clave esencial para entender las profecías.
Jacob murió estando con sus hijos en Egipto. El lector
debe conocer ya la historia de José: cómo sus hermanos lo
vendieron; cómo llegó a Egipto y allí fue encargado de
administrar los alimentos; cómo llegó a ser el primer ministro,
segundo en línea de mando después del rey y verdadero
gobernante de la nación; cómo hubo siete años de abundancia
seguidos de siete años de hambre, durante los cuales solamente
en Egipto había alimentos, almacenados bajo la supervisión de
José; cómo los hermanos de José viajaron a Egipto en busca de
alimento; cómo José los indujo a traer a su padre y a su
hermano menor Benjamín; y por último, cómo José reveló su
identidad a sus hermanos, entre llanto y regocijo.
¡Cuán profético fue todo aquello! La identidad de José ha
de revelarse nuevamente a sus hermanos y al mundo ... una
identidad
desconocida
para el mundo ahora.
La primogenitura dada a los hijos de José
Llegó el momento de transmitir la primogenitura a una nueva
generación. Veamos cómo ocurrió la dramática escena.