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El maravilloso mundo de mañana
humana, el camino de la paz, la prosperidad, la felicidad
y
la
vida abundante.
Esto es posible únicamente por la
comprensión espiri–
tual
que imparte el Espíritu Santo. En el mundo de mañana
desaparecerá el analfabetismo
y
la verdadera educación
llenará la Tierra de la misma manera como las aguas llenan los
abismos de los mares.
La ciencia
y
la tecnologia
El mundo actual se vuelve con admiración reverencial
hacia la ciencia moderna como si ésta fuera el mesías capaz de
liberarlo de la pobreza, la ignorancia, las enfermedades
y
la
desdicha, como si fuera capaz de resolver todos sus proble–
mas.
La ciencia
y
la tecnología, asociadas con el comercio
y
la
industria, prometen aquel mundo soñado
y
mágico donde
todo se controla oprimiendo botones. Un mundo de ocio, lujo
y
libertinaje.
Pero la ciencia moderna no ha podido revelar el propósito
de la vida humana ni explicar su verdadero significado. La
ciencia ignora cuáles son los valores genuinos. No conoce el
camino de la paz. Ha fracasado miserablemente en su
intención de erradicar la pobreza, el hambre, las enfermeda–
des, los temores, las preocupaciones, la desdicha. No ha
puesto fin al divorcio, al crimen, a la demencia ni a la
inmoralidad.
Si vemos los frutos de la ciencia moderna tal como son en
realidad, no hallaremos más que desilusión. La ciencia
y
la
tecnología están limitadas al campo de lo físico
y
lo mecánico.
¿El propósito
y
significado de la vida humana? ¿Los
verdaderos valores? ¿El camino de la paz, la felicidad
y
el
gozo? Estos aspectos esenciales para el bienestar humano son
ajenos a la ciencia. Los fundamentos mismos están fuera de su
alcance.
Consideremos una vez más los frutos de la ciencia.
Ciertamente, encontramos invención
y
producción aceleradas
de intrincados objetos mecánicos, de admirables mecanismos
que ahorran esfuerzo
y
trabajo. En materia de recreación
y
diversión los inventos son espectaculares.
Pero al mismo tiempo observamos que la gente no ha