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El maravilloso mundo de mañana
Ciertamente, no son malas todas estas maravillas; sin embar–
go, la mayoría son utilizadas para fines tanto malos como
buenos.
Si observamos más detenidamente nos damos cuenta de
que estos campos de actividad febril están basados en la
competencia y la codicia. En la publicidad y el mercadeo de
sus productos apelan con frecuencia a la vanidad y la lascivia;
se valen del fraude, la tergiversación, el engaño y los negocios
injustos. El incentivo que los impulsa es dar menos y cobrar
más.
¿Es la honradez la mejor norma? Esta fue la pregunta
planteada hace algunos años en una encuesta ante 103 altos
ejecutivos de diferentes empresas. Una abrumadora mayoría
dudó de que una norma de honradez estricta le permitiera a
alguien llegar a la cumbre en el mundo de los negocios.
Unicamente dos respondieron afirmativamente y uno de ellos
dijo que su respuesta era ingenua.
Uno de los que fueron interrogados dijo: "El que no se
ensucia las manos no triunfa".
Otro declaró: "En 30 años sólo he conocido a tres
individuos que han alcanzado posiciones a nivel ejecutivo de
una manera limpia, y reconozco que no soy uno de ellos".
Y un tercero añadió: "Cuanto más alta la posición de un
ejecutivo en un cuerpo directivo, mayor es la probabilidad de
que haga algún negocio sucio".
Un análisis del mundo de los negocios en la actualidad
revela una motivación egoísta, falta de interés por el bien del
público, inmoralidad, una búsqueda de la ventaja a toda costa
y ¡competencia implacable! Es evidente que aquí no aparecen
los verdaderos valores ni esa preocupación auténtica por el
bienestar de los demás que traerán la felicidad al mundo.
El terreno gubernamental
Se dice que los políticos en el gobierno le prestan un
servicio al pueblo. Profesan ser "servidores del público" y
ocupan puestos que les confieren poder y autoridad. Están
encargados de hacer cumplir las leyes del país y en sus manos
está el poder para regir a la sociedad, para guiarla y hacer de
ella lo que es. Son los dirigentes del pueblo.
Cuando escudriñamos los gobiernos en el mundo moder-