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La causa de los males del mundo
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hábito, se adquieren como una naturaleza. Así como el
hombre o la mujer convertidos pueden adquirir (ser partíci–
pes) de la naturaleza divina (11 Pedro 1:4), ¡los seres humanos
incautos adquieren
y
exhiben lo que llamamos "naturaleza
humana"!
C6mo camblaril Dios la naturaleza humana
Anteriormente afirmamos que mientras la naturaleza
humana no sea cambiada no tendremos una verdadera utopía,
puesto que la naturaleza humana es la causa de todos los
males de este mundo. También mencionamos que aunque el
hombre es incapaz de cambiar su naturaleza humana, Dios sí
la puede cambiar
y
lo va a hacer. Eso es precisamente lo que
hará Cristo, glorificado e investido con el cargo de gobernante
del mundo entero, cuando regrese a la Tierra con gran poder
y
gloria.
Ahora podemos empezar a entender.
Consideremos primero la manera como el Cristo viviente,
nuestro sumo sacerdote, cambia la naturaleza humana de
aquellos a quienes Dios llama a la salvación en la era actual,
que podríamos llamar el "día del hombre".
Cada persona tiene libre albedrío
y
Dios no nos quitará
esa prerrogativa. Cada uno debe aceptar libremente el ser
guiado (no forzado) hacia el arrepentimiento
y
la fe en
Jesucristo. Esas son las condiciones
y,
aunque no cambian la
naturaleza humana, son las que Dios exige de parte nuestra.
Cuando libremente nos sometemos a ellas, entonces Dios
empieza el proceso del cambio.
Dios no suprime la naturaleza humana mientras estemos
en la carne. Pero al que se arrepiente de verdad
y
tiene fe, El
otorga el precioso don de su Espíritu Santo, el cual entra en la
mente del individuo. Esta es la naturaleza divina, no es
naturaleza humana. Es la naturaleza de Dios, aunque no echa
fuera ni elimina la naturaleza humana. Satanás continúa su
"radiodifusión" para quien la escuche.
Cuando alguien se ha arrepentido de veras
y
cree
plenamente, sentirá el deseo de ser guiado por el Espíritu de
Dios,
y
"todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14). Para el que decida
dejarse guiar por esta nueva naturaleza divina, el Espíritu