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El maravilloso mundo de mañana
10 por ciento de la superficie de la Tierra es cultivable o
laborable. No obstante, se prevé que la población mundial se
duplicará en menos de 35 años.
La enorme presión de la población es uno de los
problemas más inasibles de nuestra época.
No obstante, Dios tiene la solución, y ¡cuán simple es!
Sencillamente convertir en tierra cultivable la mayor parte de
la superficie terrestre reduciendo la altura de las montañas
escarpadas y áridas, levantando algunos de los valles estériles
y profundos de los desiertos, cambiando los patrones climáti–
cos, convirtiendo todos los desiertos en vergeles, haciendo
productivas grandes zonas como el desierto de Kalahari, la
cuenca del lago del Chad y el Sáhara en Africa, el Atacama en
Sudamérica, el Gobi en Asia y los grandes desiertos de
Norteamérica, dándoles fertilidad y verdor a las tierras
desoladas de Mongolia, Siberia, Arabia Saudita y otras partes
del Medio Oriente.
Calentará los profundos depósitos de hielo y las capas de
nieve perpetua, la inmensa vastedad de la Antártida y las
extensiones heladas de la tundra en el norte de Canadá,
Alaska, Groenlandia, Escandinavia y Siberia. Nivelará la
imponente meseta de Pamir, los gigantescos montes Himala–
ya, los montes Atlas, Tauro y los Pirineos, el macizo del
Hindu-Kuch, la gran extensión de los Andes y todas las
montañas inexpugnables y virtualmente inhabitables del
planeta.
Luego proveerá benéficas lluvias en cantidad suficiente y
en el tiempo oportuno.
¿Qué sucederá entonces? Miles de millones de hectáreas
de tierra increíblemente fértil y productiva, de tierra óptima
para el cultivo, de repente estará disponible, lista para ser
descubierta y colonizada.
¿Imposible? Para el hombre, ¡indudablemente!
Sin embargo, escuchemos lo que Dios promete: "No
temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy
tu socorro, dice el Eterno; el Santo de Israel es tu Redentor.
He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de
dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a
tamo. Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá el
torbellino; pero tú te regocijarás en el Eterno, te gloriarás en el