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Las siete leyes del éxito
bienes materiales. Muchos presidían grandes compañías y
eran considerados como personas muy importantes.
Es significativo que la mayoría de estos hombres observa–
ron seis de las siete leyes del éxito.
¡Este hecho es tremenda–
mente importante!
Uno de ellos fue el presidente de una gran compañía de
automóviles durante la época en que yo era un joven
subsecretario de la Cámara de Comercio de esa ciudad. Él
llegó a ser muy rico y era reconocido mundialmente como
un hombre importante. Llegó al pináculo de su profesión,
pero en la breve depresión de 1920 su compañía pasó a
otras manos y él perdió todos sus bienes. Acabó por
suicidarse. A fin de cuentas, ¿tuvo éxito aquel señor?
Practicó
cinco
de las leyes del éxito, pero descuidó la
séptima y también la sexta.
También fui amigo de dos grandes banqueros. Uno de
ellos, Arthur Reynolds, a quien conocí más íntimamente, era
presidente del banco que en ese tiempo se consideraba como
el segundo en importancia en los Estados Unidos. Conocí al
Sr. Reynolds cuando presidía un banco de mi ciudad natal.
Más tarde, cuando yo era un ambicioso y próspero joven
publicista en Chicago, a menudo lo visitaba para pedirle su
consejo. Él siempre se mostró interesado y servicial y yo
siempre acaté su sabio consejo. El Sr. Reynolds alcanzó
reconocimiento nacional y fama mundial.
Unos 35 años más tarde, entré a aquel gran banco y le
pregunté a uno de sus muchos vicepresidentes si sabía a dónde
se había trasladado el Sr. Reynolds y dónde había muerto.
(Había oído rumores de que se había jubilado y mudado a la
ciudad de Pasadena, California, y que allí había muerto.) El
vicepresidente a quien pregunté nunca había oído hablar del
Sr. Reynolds.
-¿Quién fue él? -me preguntó.
Después preguntó a otros y ninguno recordaba al Sr.
Reynolds. Finalmente el secretario de Relaciones Públicas
envió a alguien a la biblioteca del banco, de donde trajo un
recorte de periódico. Parecía que esto era el único registro que
el banco tenía de su antiguo presidente quien, junto con su
hermano, había sido el artífice principal de la magnitud e
importancia alcanzadas por esa institución bancaria. El