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Las siete leyes del éxito
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de la vida,
y contaba con los medios para hacerlo. Fue uno de
los hombres más ricos que jamás hayan existido, con todos los
recursos de una nación a su alcance. Si no contaba con
suficiente dinero para el logro de alguno de sus proyectos,
simplemente subía los impuestos.
Así que, al continuar con su experimento para encontrar
la felicidad y el éxito, escribió: "Engrandecía mis obras
[estupendas obras y proyectos nacionales], edifiqué para mí
casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y
planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de
aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa;
también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que
todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné
también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de
provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de
los hijos de los hombres,
y
de toda clase de instrumentos de
música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los
que fueron antes de mí ... No negué a mis ojos ninguna cosa
que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque
mi corazón gozó de todo mi trabajo: y esta fue mi parte de toda
mi faena" (Eclesiastés 2:4-10).
Luego concluyó: "Miré yo luego todas las obras que
habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas;
y he aquí, todo era
VANIDAD
y aflicción de espíritu, y sin
provecho debajo del sol" (versículo 11).
"Vanidad de vanidades, todo es
vanidad",
escribió este
rey al final de su vida de experimentación (Eclesiastés 1:2).
Todo aquello era una lucha continua ... ¿tras de qué? Tras de
nada,
todo era "trabajar en vano", concluyó (Eclesiastés 5:16).
Todo lo que le trajo una vida de afanoso trabajo, dedicación
vigorosa y obtención de bienes materiales, confesó aquel rey,
no fue más que
¡un puñado de aire!
A este hombre se le llamó el más sabio que jamás haya
vivido. Fue el rey Salomón de la antigua Israel. A pesar de sus
costosos experimentos, él nunca halló los verdaderos valores
ni el significado del éxito perdurable y legítimo.
¿A qué se debió esto? Simplemente a que, con toda su
sabiduría, este hombre buscó el placer, la felicidad y el éxito
a
su manera:
en el materialismo. En el principio, el Eterno