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Las siete leyes del éxito
Tenían criterio suficiente para darse cuenta de que la
educación no solamente incluía el aprendizaje, sino también el
desarrollo de la personalidad, el don de mando, la experiencia
y el conocimiento obtenidos de sus relaciones y asociaciones,
así como de la observación.
Sin embargo, estas personas de "éxito" no alcanzaron
realmente el éxito. No sólo escogieron una meta que los llevó
por el camino de los falsos valores, sino que erraron al no
prepararse con el tipo de educación que hace posible el éxito
REAL
y perdurable, esto es, la realización del
PROPÓSITO
de la
vida.
Hay, por lo tanto, una educación falsa y una verdadera.
Estos hombres prósperos no gozaron de una prosperidad
perdurable. A pesar de su educación, no llegaron a conocer los
VALORES VERDADEROS.
Escogieron metas que los condujeron
por la senda de los falsos valores, los cuales no permanecen.
El sistema educativo de este mundo descuida la impor–
tantísima tarea de recobrar los valores verdaderos. Aun los
educadores eruditos a menudo se consagran por largos años a
la investigación de asuntos triviales e inútiles.
El conocimiento más esencial y básico - el de los valores
genuinos, del significado y propósito de la vida, del
CAMINO
de
la paz, la felicidad y el abundante bienestar - jamás forma
parte de la enseñanza de hoy. Debido a que pude percibir la
decadencia de la educación moderna, debido a que pude
reconocer el inmenso vacío que existe en la enseñanza, fui
impulsado a fundar un plantel educativo que satisficiera esta
necesidad.
La educación correcta debe enseñar que todas las cosas
están sujetas a la ley de causa y efecto, debe hacer hincapié en
el hecho de que por cada efecto o resultado, ya sea bueno o
malo, existe una causa. La educación verdadera explica la
CAUSA
de los males de este mundo, tanto de los problemas
personales como de los colectivos, a fin de que puedan ser
evitados. También debe instruir con respecto a la
CAUSA
de los
resultados
BUENOS,
a fin de que sepamos cómo cosechar el bien
en lugar del mal. La educación verdadera no sólo debe
enseñarnos a vivir, sino que debe saber y enseñar el
PROPÓSITO
de la vida humana y cómo cumplirlo.
La decadente educación de hoy ha dado lugar a las