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Las siete leyes del éxito
mental, seguridad, protección, felicidad, abundante bienestar,
¡la FUENTE que proporciona todo eso es el gran Dios! Como
todo nos viene de Él, ¿por qué no recurrir a esa fuente desde el
principio?
En esta época de adelantos científicos, de sofisticación y
vanidad, no es de buena pose intelectual creer en la existencia
de un Creador. En este mundo engañado, la existencia de Dios
ha gozado de poca o ninguna aceptación en la educación
moderna.
La IMPORTANTÍSIMA
séptima ley
del éxito es TENER
CONTACTO CON DIOS
Y
CONTAR CON LA GUÍA
Y
AYUDA CONTINUAS
DE ÉL.
La persona que coloca en último lugar esta importante
séptima ley, ¡probablemente está condenándose al fracaso
ulterior!
¿Por qué es tan importante?
Miremos nuevamente la primera ley, según el orden en
que las hemos enumerado aquí. No se trata solamente de
escoger una meta, cualquier meta. La primera ley del éxito
es fijarnos, como objetivo principal en la vida, la meta
correcta.
Todos los hombres de éxito de este mundo han tenido
objetivos, pero sus fines han sido materiales. Buscaron
felicidad en la vanidad, en el prestigio, en las adquisiciones
materiales y en los proyectos y actividades de orden físico.
Buscaron la aprobación de la gente, pero la gente son seres
humanos y sus vidas son temporales. Las cosas materiales
tampoco duran para siempre, sino que se envejecen hasta caer
en desuso.
Los principales objetivos de los que se supone que tienen
éxito en el mundo, generalmente son dos:
vanidad,
que es el
deseo de tener prestigio, y
dinero,
con las cosas que éste puede
comprar. Pero la felicidad no es material y el dinero no es la
fuente de ella. La vanidad, como dijo Salomón, ¡es como tratar
de atrapar el viento!
Los hombres que hemos mencionado se enriquecieron.
Sus cuentas bancarias sin duda rebosaban, pero sus vidas
estaban vacías. Cuando se enriquecían, no se daban por
satisfechos sino que siempre querían más. Por supuesto, estas