Página 33 - Spanish

Versión de HTML Básico

Las siete leyes del éxito
29
no alcanzan el éxito
VERDADERO:
la séptima ley del éxito, la
más importante de todas. ¡Este era el ingrediente que lo
hubiera cambiado todo!
La ley que no se ha tenido en cuenta
He reservado la explicación de esta importantísima ley
hasta lo último. Pero lejos de ser la última, es la primera en
cuanto a su importancia vital.
La he dejado hasta ahora por dos razones: 1) porque es
precisamente la
última
que la gente reconoce y aplica; y
2) porque siendo la
primera
en hacer factible la obtención del
éxito
verdadero,
quiero dejarla hasta el final para que quede
grabada en la mente del lector.
Cuando acomete alguna enfermedad seria, la gente llama
al médico. La mayoría confían automáticamente en los
conocimientos y la pericia de los humanos, y en drogas,
medicinas y bisturíes. Pero cuando el médico, tal vez en
colaboración con algunos especialistas, llega a la conclusión de
que la ciencia médica nada puede hacer, que sólo un poder
superior podrá salvar al enfermo, entonces por fin ¡la gente
clama con desesperación al Creador!
¿Es posible que el Dios vivo pueda ser un factor determi–
nante en nuestro éxito o fracaso? Pocos creen que sí. La gente
siempre rechaza cualquier idea de guía y ayuda divinas; sin
embargo, si uno se encontrara naufragado en medio del
océano sin agua ni comida, ¡no tardaría en creer que realmente
hay un Dios viviente! En su desesperación de último
momento, la gente clama a aquel a quien ha negado,
desobedecido y tenido en nada toda su vida.
¿No parecería axiomático que si hay un Creador benéfico
y compasivo, listo y dispuesto a proporcionarnos ayuda de
emergencia como último recurso, lo más sensato sería buscar
su guía y su ayuda desde un principio? Sin embargo, algunos
adquieren riquezas, viven con toda clase de lujos y, finalmen–
te, al perderlo todo, recurren a Dios. Otros se suicidan. Pocas
personas confían en el Hacedor y Sustentador de la vida antes
de que se sientan indefensos y desesperadamente necesitados
de ayuda; y aun así su motivación principal es egoísta.
Sin embargo, si pretendemos disfrutar de las buenas
cosas de la vida, como libertad de temores y angustias, paz