Página 42 - Spanish

Versión de HTML Básico

38
Las siete leyes del éxito
en algún otro aspecto de la vida. El hombre que tenga
CONTACTO CON EL ETERNO, el que pueda exponer estos asuntos,
estas emergencias y estos problemas ante el trono de gracia,
en la quietud de un lugar privado de oración, buscando el
consejo y parecer divinos, jRECIBIRÁ LA GUÍA DE Dws! Por
supuesto, la recibirá siempre y cuando sea sumiso, obediente,
diligente y fiel.
La SABIDURÍA viene de Dios.
Me permito relatar un ejemplo personal de este principio.
Dios ha bendecido su obra y ha hecho que se convierta en una
tremenda labor de alcance internacional con oficinas en varias
partes del mundo. Él me ha colocado en el puesto de director y
dirigente humano sobre esta creciente obra con sus centenares
de empleados. Tenemos que afrontar y resolver constante–
mente problemas de toda clase. Hay obstáculos que vencer,
normas que establecer, decisiones que tomar que afectan
muchas vidas y a menudo implican miles o aun millones de
dólares. Es una responsabilidad tremenda.
Recuerdo que desde que tenía cinco años o menos,
siempre deseaba tener ENTENDIMIENTO. Pero hace más de 50
años descubrí con tristeza que tenía gran necesidad de
SABIDURÍA. Habiéndome dedicado a vivir, literalmente, en
armonía
con cada palabra del manual de instrucciones de
Dios, obedecí este mandamiento:
"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios ... y le será dada" (Santiago 1:5). Acaté ese mandamien–
to de Dios y Él cumplió su promesa, pues me ha dado
sabiduría. Por supuesto, ha permitido que cometa errores,
pero nunca un error grave que perjudicara su gran obra.
La sabiduría debe ser aplicada en forma individual, a
cada circunstancia específica. Aprendí hace muchos años cuán
necesario es reunir
todos
los datos relativos a un caso antes de
tomar una decisión, lo cual siempre trato de hacer. Pero se
requiere más. El libro de los Proverbios nos enseña que en la
multitud de consejeros hay seguridad (Proverbios 11:14).
Cuando hay que hacer una decisión importante, llamo a los
consejeros más competentes, especialistas en el caso bajo
consideración.
Si usted, lector, nunca ha tenido esta ayuda divina, ¡es
simplemente imposible que comprenda
lo mucho, pero mucho