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Su Matrimonio Puede Ser Feliz
sistencia mediante algunos de sus hábitos o modos de ser.
Entonces la esposa decide que el esposo no está actuando "como
conviene en el Señor". Y por lo tanto, automáticamente empieza
a presumir que ella no tiene que respetar, obedecer o someterse
a su marido.
Las esposas suponen que cada segundo que sus esposos
evidencian la más ligera señal de carnalidad en su naturaleza
y en la forma de manejar a sus esposas y hogares, auto–
mática e inmediatamente quedan autorizadas para regañar
al esposo, discutir con él, echarle en cara
sus
faltas, y empezar
a "llevar los pantalones".
¡Eso es inexacto!
Advierta esto:
El apóstol Pablo también describió un hogar con uno de
sus integrantes totalmente inconverso, no creyente, ni intere–
sado en la verdad de Dios:
"Y a los demás yo digo, no el Señor [es decir no estaba
citando ninguna declaración personal de Cristo]: Si algún
hermano tiene mujer que no
sea creyente,
y ella consiente
en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido
que no
sea creyente,
y él consiente en vivir con ella, no lo
abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la
mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera
vuestros hijos serian inmundos, mientras que ahora son
santos" (I Co. 7:12-14).
Sí, aunque parezca "injusto" a algunas mujeres, y especial–
mente a aquéllas que aún tienen gran tendencia hacia lo
carnal, Dios les dice que aun en el caso de que el esposo
sea totalmente carnal- que no "finge" ser religioso de ningún
modo, que fuma, bebe, y maldice, pero que está "contento
con vivir con ella",
y
si él es un esposo que provee lo que
ella necesita y la mantiene, y desea seguir viviendo con ella
como
su esposo
-a ella se le manda por la autoridad de la
sagrada Palabra de Dios, honrar y reverenciar a su marido, a
ser humilde y sumisa, y no abandonarlo.
Por el contrario, ella debe estar sujeta a él en todo mien–
tras que sus mandatos no estén en
pugna directa
con los
supremos mandatos de Dios.