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Su portentoso futuro
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predicando a otro Jesús del que os hemos predicado, o si recibís
otro espíritu [el de rebelión y desobediencia] que el que habéis
recibido, u
otro evangelio .
.."
(11 Corintios
11:2-4).
Nótese que estos ministros estaban predicando
otro
Jesús
así como
otro evangelio
y seguían
otro espíritu:
no el de
obediencia sino el de rebelión. Tal engaño ha persistido a lo
largo de los siglos y es el que rige hoy. Los falsos ministros
tomaron el nombre de Cristo y lo aplicaron a su religión
babilónica. No sólo presentaron un evangelio falso sino
también un falso espíritu de egocentrismo y un Jesús falso,
muy distinto al Jesús de la Biblia. Acerca de estos falsos
ministros Pablo también dijo a los corintios: "Porque éstos
son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan
como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque
el mismo
Satanás
se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño
si también
sus ministros
se disfrazan como ministros de
justicia ..." (11 Corintios
11:13-15).
Desenmascarados por Pedro, Juan
y
Judas
También Pedro se refirió a estos engañadores en los
siguientes términos: "Pero hubo también falsos profetas entre
el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras ... Y
muchos seguirán sus disolusiones,
por causa de los cuales el
camino de la. verdad será blasfemado,
y por avaricia harán
mercadería de vosotros con palabras fingidas ..." (11 Pedro
2:1-3).
Juan se refirió así a los ministros corruptores del
evangelio que se negaban a seguir el camino de Dios: "El que
dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él"
(1
Juan
2:4).
"Salieron de
nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de
nosotros, habrían permanecido con nosotros ..."
(1
Juan
2:19).
Judas nos advierte que debemos contender "ardiente–
mente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque
algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde
antes habían sido destinados para esta condenación, hombres
impíos, que convierten en libertinaje [licencia para desobede–
cer] la gracia de nuestro Dios ... de la misma manera también