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Su portentoso futuro
Dios mediante una resurrección o un cambio instantáneo de
carne mortal en espíritu inmortal.
Tratemos ahora de comprender. ¿Por qué el universo
entero, la creación, aguarda con
anhelo ardiente
el nacimien–
to y la manifestación de los hijos de Dios que nacerán dentro
de la familia divina? Los siguientes versículos nos muestran
un universo poblado de planetas en decadencia y deterioro,
mas dicen que aun en tal estado tienen una esperanza:
"Porque también la creación misma [el universo entero que
hoy no puede albergar vida] será libertada de la esclavitud de
corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios".
¿Cómo cayeron los planetas en tal esclavitud de corrup–
ción? ¡Ciertamente Dios no los creó así!
Corrupción es una condición que resulta del deterioro y la
decadencia. Entonces, Dios
NO
creó los planetas en un estado
de decadencia, sino que hubo algo que
causó
ese deterioro.
¿Cuál pudo haber sido la causa de tal estado? ¡Dios no
creó cuerpos celestes decadentes! Las Sagradas Escrituras
muestran que todo lo hecho por El fue "bueno en gran
manera". Aquellos ángeles, que fueron perfectos desde su
creación hasta que se encontró en ellos iniquidad, hicieron
que toda la faz de la Tierra cayera en estado de decadencia,
caos y confusión.
¿Acaso creó Dios todo el universo propicio para la vida?
La Biblia no revela específicamente que haya sido así, pero lo
que sí nos dice aclara la razón por la cual Dios creó al
hombre.
En Romanos 8:22 leemos: "Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora". La creación se presenta aquí como una madre que
gime con dolores de parto (versículo 20) esperando el
nacimiento de los hijos de Dios mediante la resurrección a la
vida inmortal. Es como si la creación fuese la madre y Dios el
padre. El tema del pasaje es que cuando nosotros (los seres
humanos convertidos) nazcamos de Dios, con el poder y la
gloria de Dios, vamos a hacer lo que El hizo cuando el mundo
quedó "desordenado" y "vacío" -
tohu
y
bohu
en hebreo -
(Génesis 1:2). Cristo, quien "renovó la faz de la tierra"
(Salmos 104:30), estaba renovando lo que había sido destruido
por la rebelión de los ángeles.