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El misterio del hombre
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madre y pensó que ella estaba en el cielo observando todo lo
que la niña hacía.
Las Escrituras revelan claramente que cuando uno mue–
re, está muerto. Según la Biblia, los muertos no oyen nada,
no ven nada, no piensan ni saben nada. Los muertos no tie–
nen conciencia alguna. "Porque los que viven saben que han
de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;
porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y
su odio y su envidia fenecieron ya ..." (Eclesiastés 9:5-6).
El mensaje de la Biblia es claro al respecto. La muerte
es muerte sin lugar a dudas. El apóstol Pablo escribió que "la
paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). La muerte es,
por definición, ausencia de vida. No es simplemente la sepa–
ración de Dios.
Las
Sagradas Escrituras nos dicen que aprovechemos la
vida ahora mientras tenemos la oportunidad: "Todo lo que te
viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque
en el Seol [el sepulcro], adonde vas, no hay obra, ni trabajo,
ni ciencia, ni sabiduría" (Eclesiastés 9:10).
No podría ser más claro. Y los que insisten en aferrarse
a la idea de irse flotando al cielo después de la muerte si
han
sido buenos, o de hundirse en el infierno si
han
sido malos,
harían bien en escuchar las palabras del apóstol Pedro. Si
alguna vez alguien mereció ir al cielo, ese alguien sería un
individuo conforme al corazón de Dios. David lo fue (Hechos
13:22). Sin embargo Pedro dijo, inspirado por Dios, que
David "murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros
hasta el día de hoy" (Hechos 2:29); y más aún: "David no
subió a los cielos" (versículo 34). Jesús mismo dijo que "nadie
subió al cielo" donde está el trono de Dios (Juan 3:13).
¿VIviremos de nuevo?
Pero en esta vida hay algo más que el presente. El gran
Dios puso a los hombres en la tierra con un propósito
maravilloso y eterno que las religiones ideadas por los seres
humanos no han podido entender.
Estamos en la tierra por una razón maravillosa. Tiene
que ver con la razón por la cual somos mortales y sufrimos
todas las emociones y problemas por una parte y por otra
experimentamos las cosas agradables de la vida.