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El misterio de Israel
Esta era una orden que encerraba a
la
vez una
condi–
ción
y una
PROMESA:
la promesa se realizaría siempre y
cuando se cumpliera
la
condición de obediencia.
Así pues, como Dios había iniciado
el
mundo con un
solo hombre, comenzó también su propia nación con un solo
hombre: Abraham. El mundo, que se había desviado lejos de
Dios y de las bendiciones que podría tener si se sometiera
a Él y lo adorara, comenzó con un hombre que se rebeló
contra Dios y rechazó su gobierno; asimismo,
la
propia
nación camal de Dios, de
la
cual ha de renacer el reino de
Dios, comenzó también con un hombre, uno que aceptó
la
autoridad de Dios y lo obedeció sin vacilar.
¿Acaso Abraham se detuvo a discutir y razonar? No
respondió en forma renuente, como: "Un momento; seamos
razonables. Aquí estoy en Babilonia, en el corazón del
comercio, la sociedad y la alegria. ¿Por qué no me puedes
dar
esta promesa aquí mismo, donde todo es
tan
agradable
y llamativo? ¿Por qué tengo que abandonarlo todo para
irme a una tierra incivilizada?"
¿Acaso Abraham discutió, se rebeló, resistió o se
opuso? ¡Ciertamente no! La Escritura nos dice simple–
mente: "Y se fue Abram" (Génesis 12:4). No se puso a
discutir con Dios ni sacó sus razonamientos humanos para
argüir que Dios estaba totalmente en el error; tampoco hizo
preguntas necias como: "¿Por qué tengo que irme? ¿No
puedo hacer lo que se me antoje?"
"Se fue Abram". Obediencia absoluta, inmediata, sin
vacilación.
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Aquí vemos nuevamente el principio de dualidad. Abram
estaba en el corazón de la civilización del mundo. Recordemos
que era un mundo secuestrado, que se desarrollaba bajo la
orientación de Satanás. Dios había escogido a Abram como
patriarca de su nación Israel, la congregación o Iglesia del
Antiguo Testamento. El principio de dualidad se encuentra
en los diversos pasos del cumplimiento del propósito divino
en la tierra. Primero hubo la congregación física de Israel bajo
el antiguo pacto
y
luego la Iglesia de Dios espiritual bajo el
nuevo pacto.
La
palabra
iglesia
en el idioma griego del Nuevo
Testamento es
ekklesía,
que significa la asamblea de los
llamados o convocados.
Israel fue el anticipo o símbolo de la Iglesia del Nuevo
Testamento
y
Dios llamó al progenitor de la nación de Israel