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El misterio de los siglos
Pero este crecimiento fenomenal no duraría mucho
tiempo a ese ritmo extraordinario.
Recordemos que estos miembros de la Iglesia eran llama–
dos por Dios a salir del mundo de Satanás. Satanás estaba
sentado en el trono de la tierra y luchaba ferozmente por
defender su reinado y frustrar el propósito de Dios, que es
redimir a la humanidad. Pretendió matar a Jesús cuando era
niño. Satanás hizo todo lo que pudo por tentar a Jesús a la
edad de 30 años y descalificarlo. No se dio por vencido
entonces y tampoco se da por vencido hoy. Pretendió destruir
a la Iglesia, y al no poderlo hacer se propuso al menos
falsificarla y engañar a su mundo haciéndolo seguir un cris–
tianismo falso.
Desde un principio, Satanás movió a los judíos para que
se opusieran a la Iglesia negando que Jesús fuera el Mesías
profetizado. Al comienzo, la Iglesia estaba compuesta casi
totalmente de judíos. Los judíos inconversos lucharon por
conservar los ritos ñsicos y los sacrificios de animales
im–
puestos por la ley de Moisés.
Al poco tiempo, mientras la Iglesia se multiplicaba
(Hechos 6:1), se presentó una gran persecución contra ella
(Hechos 8:1). Los miembros se dispersaron por toda Judea y
Samaria, con excepción de los apóstoles.
La
proclamaci6n de un evangelio falso
Pronto surgió una controversia violenta sobre si elevan–
gelio que se debía predicar era el evangelio de Cristo (o sea
la buena noticia que Jesús trajo acerca del reino de Dios), o
bien un evangelio
ACERCA
de Cristo, que se limitaba a predi–
car la aceptación de Cristo como Salvador.
Al cobrar ímpetu la apostasía, gran parte de la Iglesia
acogió un evangelio nuevo y falso que proclamaba a Cristo
como Salvador, pero omitía el hecho de que pecar es violar
la ley espiritual de Dios. Omitía también la buena nueva
del reino de Dios, la noticia de que Satanás sería depuesto
y el gobierno de Dios restaurado en el mundo, y que por
último se ofrecería la salvación a toda la humanidad,
que al ser juzgada se arrepentiría, creería y recibiría la
vida eterna en calidad de hijos de Dios, como
SERES DIVI–
NOS.