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El misterio de la Iglesia
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El apóstol Pablo escribió en 11 Corintios
11:3-4:
"Pero
temo que como
la
serpiente con su astucia engañó a Eva,
vuestros sentidos [de los primeros cristianos] sean de alguna
manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque
si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos
predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido,
u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis".
Luego Pablo describe a los falsos predicadores que estaban
alterando el evangelio de Cristo en ese momento.
Ahora pasemos a Gálatas 1:6-7, donde Pablo escribió:
"Estoy maravillado de que
tan
pronto os hayáis alejado del
que os llamó [tenían que ser llamados para ser miembros de
la Iglesia, porque ninguno puede venir a Cristo excepto los
llamados] por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio
diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo". El
evangelio de Cristo es el mensaje acerca del futuro reino de
Dios. Ellos ya estaban acogiendo un evangelio diferente.
Una falslflcacl6n llamada "cristianismo"
Ya había caído el telón sobre la historia de la verdadera
Iglesia. Lo leemos en el libro de los Hechos, pero éste no nos
dice mucho más. Luego el telón parece levantarse y vemos un
poquito de historia que corresponde aproximadamente al año
150 de nuestra era. Allí aparece una iglesia que se dice
cristiana pero que es totalmente diferente,
tan
distinta como
el día de la noche, como el negro del blanco, pero se decía
cristiana.
Ahora citamos de un libro de historia titulado
The De–
cline and Fall of the Roman Empire
(La decadencia y caída
del Imperio Romano), volumen 1, capítulo 15: "El material
escaso y sospechoso que se refiere a la historia sagrada rara
vez nos permite dispersar los oscuros nubarrones que se
ciernen sobre la era primitiva de la Iglesia". Yo suelo llamarlo
el "siglo perdido" porque la historia de la Iglesia se perdió en
esa época.
Los estudiosos e historiadores reconocen que los aconte–
cimientos en la Iglesia primitiva entre los años 50 y 150 se
ven solamente en sus contornos borrosos como si estuvieran
ocultos tras una espesa neblina.