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El misterio de la Iglesia
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tros y predicadores viajaron a todos los rincones del Imperio
Romano con un mensaje acerca de Cristo. Millares,
tal
vez
millones, escucharon este evangelio y lo creyeron, mas no era
el evangelio que Cristo había predicado, no era su mensaje
profético acerca del venidero reino de Dios.
Se
decreta la doctrina falsa
¿Qué sucedió a la verdadera Iglesia durante los siglos en
que el evangelio fue suprimido?
El emperador Constantino murió en el año 337, un poco
más de 300 años después de la crucifixión de Cristo. Había
dado su aprobación a una iglesia que decía ser la que Cristo
fundó.
Ahora, libres de toda opresión, los perseguidos se convir–
tieron en perseguidores. Los miembros de la verdadera Iglesia
que se atrevían a oponerse a su doctrina quedaban tildados
de herejes y dignos de castigo.
Alrededor del año 365 el Concilio de Laodicea escribió lo
siguiente en un célebre canon: "Los cristianos no deben judaizar
descansando el día sábado sino que han de laborar en ese
día,
dando honor más bien al día del Señor. Pero si se encontrare
a algún judaizante, sea anatema de Cristo".
Esto fue prácticamente una sentencia de tortura o muerte.
La
iglesia falsa no mataba directamente a los verdaderos cre–
yentes, pero los hacía matar (Apocalipsis 13:15). Este decreto
del año 365
D.C.
muestra que había cristianos verdaderos que
aún guardaban el sábado.
El pequeño remanente de cristianos de la era de Esmima
huyó nuevamente en busca de la libertad religiosa que nece–
sitaban para practicar sus creencias. Dejaron escasos regis–
tros. A veces aparecen como notas al pie de la página en algún
texto de historia. Rechazados como herejes, ridiculizados y
perseguidos por sus enemigos, su mayor testimonio proviene
de Jesucristo mismo, en
las
palabras de ánimo para la iglesia
que estaba en Esmima: "Yo conozco tus obras, y tu tribula–
ción, y tu pobreza ... No temas en nada lo que vas a pade–
cer ... Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la
vida" (Apocalipsis 2:9-10).
Así, ocurrió la transición entre los cristianos de Esmima
y los de la era de Pérgamo. Éstos habían sido llamados a