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El misterio de los siglos
Para mediados del siglo 19 había en la zona central de
los Estados Unidos varias congregaciones dinámicas forma–
das entre 1831 y 1849 a raíz de la predicación de William
Miller.
En 1860, en la ciudad de Battle Creek, Michigan, muchos
millares acogieron las ideas de los seguidores de Elena G.
White. Se alejaron del verdadero nombre, Iglesia de Dios, y
en vez del evangelio verdadero acerca del reino de Dios
acogieron doctrinas de la Sra. White llamadas "la política de
puertas cerradas", "el juicio investigativo", una doctrina
acerca de "los 2.300 días" y "el espíritu de profecía". Identi–
ficaban a la Sra. White como la profetisa de la iglesia, la
persona que fijó sus doctrinas.
Estas personas tomaron el nombre de Adventistas del
Séptimo Día, que llevan hasta hoy. Pero los que siguieron
fieles a la verdadera Iglesia de Dios rehusaron aceptar tales
enseñanzas y doctrinas y restauraron ciertas verdades que se
habían descuidado en el siglo anterior. Trasladaron su sede
a Marion, lowa, y luego a Stanberry, Misuri, y publicaron una
revista titulada
El abogado de
la
Biblia.
Sus esfuerzos dieron algunos frutos, y surgieron peque–
ñas congregaciones en distintas partes del país. Fue así como
en el siglo 19 una pequeña congregación de la verdadera
Iglesia de Dios se estableció en el pacífico valle de Willamette,
en Oregón. Eran agricultores sin educación formal. No conta–
ban con ministros capacitados para enseñarles y guiarlos.
Pero tenían el nombre: Iglesia de Dios, y guardaban fielmente
el día sábado.
La Iglesia de Dios había llegado muy lejos en esos turbu–
lentos siglos desde el día de Pentecostés. Era una Iglesia débil
y sin influencia. Los años de persecución y transigencia le
habían hecho mella. Aunque habían perdido mucho de la
verdad, aquellos cristianos seguían fielmente su rumbo.
En el valle de Willamette esperaron. Era casi hora de que
entraran en escena los que Dios llamaría entonces para
cumplir su obra del tiempo del fin.
Se
restaure la verdad en la Iglesia
En el año de 1931, exactamente 1.900 años (lOO ciclos
cronológicos) después de la fundación de la Iglesia, este