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El misterio de los siglos
Ella sabía que yo había demostrado muy poco interés por
la religión, aunque habíamos asistido a una iglesia cercana
dos o tres veces.
Luego, en el sueño, ocurrió que "Cristo descendió de entre
los ángeles y se detuvo directamente al frente de nosotros.
Primero me sentí dudosa y temerosa de cómo nos recibiría,
porque me acordaba de que habíamos descuidado nuestro estu–
dio de la Biblia y teníamos nuestras mentes demasiado ocupa–
das en cosas distintas a sus intereses. Pero cuando nos acerca–
mos a Él, ¡puso sus brazos alrededor de nosotros y nos sentimos
muy felices! Yo creía que la gente de todo el mundo lo había visto
venir. Hasta donde alcanzábamos a ver,
la
gente se estaba
agolpando en las calles de aquella ancha encrucijada. Unos
estaban contentos y otros tenían miedo.
"Luego pareció como si Él se hubiera cambiado en un
ángel. Yo me sentí sumamente desilusionada al principio,
hasta que Él me dijo que Cristo en efecto vendría dentro de
muy poco tiempo".
En aquellos días íbamos con frecuencia al cine. Mi es–
posa le preguntó al ángel si eso estaba mal, y él replicó que
Cristo nos tenía reservado un trabajo importante en la prepa–
ración de su venida, de manera que no habría más tiempo
para "películas" (aquellos eran los días del cine mudo). Des–
pués, el ángel se desvaneció con todo el espectáculo y ella se
despertó impresionada e inquieta.
En la mañana me contó su sueño. Yo me sentí muy
incómodo y no quería pensar en ello. Sin embargo, temía
dejarlo completamente de lado. Se me ocurrió una manera
lógica de solucionarlo y evadirlo. Le dije a mi esposa:
-¿Por qué no se lo cuentas al ministro de la iglesia de
la esquina y le preguntas si tiene algún significado?
Con eso, me las arreglé para quitar aquello de mi mente.
Cabe anotar aquí que en nuestros días 99.999 veces en
100.000, cuando la gente cree que Dios le está hablando en
un sueño o en una visión, es pura imaginación o algún género
de autohipnosis o autoengaño. Pero si esta fue una visión de
parte de Dios, yo, al igual que Jonás, traté de huir de ella. Con
todo, después de esto, a su debido tiempo Dios obró conmigo
en forma muy clara, así como obró con Moisés, Isaías, Jere–
mías y Jonás, con Pedro y Andrés y con el apóstol Pablo.