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El misterio del reino de Dios
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Hoy la ciencia, la religión y la educación tampoco creen
LO QUE ÉL DIJO.
Veamos ahora el resto del pasaje de Hebreos, comen–
zando con el punto donde se suspende la cita del Salmo 8:
"Todo lo sujetaste bajo sus pies [del hombre]. Porque en
cuanto [Dios] le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea
sujeto a él [al hombre]" (Hebreos 2:8).
¿Es posible que Dios diga
tal
cosa en serio? ¿Todo? ¿Sin
excluir
nada?
Algunas versiones de la Biblia traducen como
universo
la
palabra griega que aquí aparece como
todo.
En otras palabras, para quienes estén dispuestos a creer
lo que Dios dice, Él asevera que ha decretado que el universo
entero - con sus galaxias, sus incontables soles y planetas -
todo
-
estará sujeto al hombre.
Pero ¡alto allí! Antes de negarlo, lea usted las siguientes
palabras del mismo versículo 8: "Pero
todavía
no vemos que
todas las cosas [el universo ilimitado] le sean sujetas". Recor–
demos que esto se refiere al "mundo venidero", no al mundo
de hoy. ¿Qué es lo que vemos hoy? "Pero vemos a aquel que
fue hecho un poco menor que los ángeles [o "menor por un
poco de tiempo"], a Jesús, coronado de gloria y de honra, a
causa del padecimiento de la muerte" (versículo 9).
Ningún hombre fuera de Cristo ha sido "coronado de
gloria y de honra"
TODA
VÍA.
Pero Cristo sí ha sido coronado
de gloria y de honra. Ahora prosigamos: "Porque convenía a
aquel por cuya causa son todas las cosas [todo el universo],
y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar
muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor
de la salvación de ellos ... Por lo cual [Cristo] no se aver–
güenza de llamarlos hermanos" (versículos 10-11).
En otras palabras, los cristianos que tienen el Espíritu
de Dios son coherederos con Cristo y recibirán todo lo que
Cristo ya ha heredado. ¡Él ya está glorificado! Ya ha reci–
bido el universo en herencia y lo sostiene con su poder. El
hombre convertido, que tiene el Espíritu Santo de Dios (Roma–
nos 8:9), es
HEREDERO,
pero todavía no ha recibido
la
herencia.
Vemos ahora cómo Cristo
ya
ha sido coronado de gloria
y honra, cómo ya entró a poseer
la
herencia y ya la recibió.
Empecemos con el capítulo 1 de Hebreos: