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El misterio de los siglos
"Dios ... en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asi–
mismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su
gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta
todas las cosas [el universo] con la palabra de su poder ..."
(versículos 1-3).
El Cristo viviente ya sostiene el universo con su poder
divino e ilimitado. Este pasaje nos muestra su superioridad
sobre los ángeles, como Hijo engendrado y nacido de Dios,
mientras que los ángeles son sólo seres creados individual–
mente. Los ángeles son ahora espíritus ministradores (invisi–
bles para nosotros) que nos sirven. Nosotros tenemos un
nivel inferior al de los ángeles por ahora, pero somos
herede–
ros
de la salvación, y seremos, al igual que Cristo,
hijos
nacidos
de Dios (versículos 4-14).
El espacio cósmico: planetas muertos
Ahora vinculemos esto con lo revelado en el capítulo 8
de Romanos, donde se habla de Cristo como Hijo de Dios:
"... para que él sea el
primogénito
entre muchos hermanos"
(versículo 29).
Los humanos, con el Espíritu Santo de Dios, son
herede–
ros
de Dios y
coherederos
con Cristo, el único entre todos los
humanos que ya nació como Hijo de Dios mediante una
resurrección de la muerte (Romanos 1:4). Él es el primero de
la familia humana que nació dentro de la familia de Dios, o
sea el reino de Dios. Es el pionero que nos antecedió. Noso–
tros lo seguiremos en la resurrección de los justos cuando Él
regrese a la tierra con supremo poder y gloria.
Este capítulo 8 de Romanos dice en el versículo 9 que si
tenemos el Espíritu Santo de Dios en nosotros, somos sus
hijos engendrados; pero que si no tenemos su Espíritu no
somos suyos, no somos cristianos. El versículo 11 dice que si
el Espíritu de Dios está creciendo dentro de nosotros y nos
está guiando, nos levantaremos de la muerte por el poder de
su Espíritu (o si estamos vivos cuando Cristo regrese nos
convertiremos de mortales en inmortales).
Ahora prosigamos: "Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios ... El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de