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El misterio de los siglos
La tierra, jefatura del universo
En el capítulo VII de esta obra explicaremos cómo el
propósito de Dios es que la tierra venga a ser la sede central
de todo el universo.
Recordemos que en un principio la tierra había de ser la
morada de la tercera parte de los ángeles. Cuando los ángeles
vieron la creación de la tierra, les pareció
tan
hermosa y
perfecta que clamaron con regocijo y alabanza (Job 38:4-7).
La tierra había de brindarles una gloriosa oportunidad. Ellos
debían labrarla, hacerla producir y conservar e incrementar
su belleza.
Conviene aquí aclarar cuál era la naturaleza de la
creación original de Dios. Era algo así como los muebles sin
terminar que se consiguen en ciertos almacenes. Los mue–
bles se venden sin darles el acabado, construidos pero sin
pintura ni barniz. Se pueden comprar en este estado para
acabarlos uno mismo, siempre y cuando se tengan los
conocimientos y la capacidad para hacerlo. Dichos muebles
pueden ser de primerísima calidad, pero les falta un her–
moso acabado.
Así es la creación de Dios. Es
perfecta,
pero sujeta a que
se le dé el acabado de hermosura ... tarea que correspondía
a los ángeles. La creación original "sin acabado" fue obra de
Dios
solo.
Pero su intención era que los ángeles en la prehis–
toria, y que los HOMBRES ahora, utilizaran su poder creativo
para terminar esta parte de la creación de Dios. Ellos debían
dar los toques finales y el acabado a lo que llegaría a ser una
obra CREADA, ACABADA y PERFECTA.
Esta había de ser una PRUEBA suprema para los ánge–
les, supiéranlo o no. La tierra había de ser el "campo de
prueba" donde demostrarían su acatamiento al GOBIERNO DE
DIOS y su aptitud para terminar la creación de los millones
de planetas que pueblan nuestro inmenso universo. Lo
revelado en la Palabra de Dios indica que Dios creó todo
el universo FÍSICO al tiempo con la tierra. La palabra
cielos
en Génesis 1:1 incluye no sólo la atmósfera terrestre sino
todo el vasto universo.
La existencia de elementos radiactivos y la ley de la
radiactividad demuestran que hubo un momento en que no