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Cómo solucionar sus problemas de finanzas
sino que los pagamos a Dws. El ministro representa a Dios. El
no recibe nuestro dinero sino el dinero de Dios que nosotros le
pagamos a Dios.
En esto también muchos en este mundo moderno han
perdido de vista las claras indicaciones de Dios. Cuando le dan
el diezmo a un ministro, según parece, creen que le están
confiando de manera especial
su propio dinero
y se empeñan
en tratar de supervisar cómo lo maneja el ministro. En ciertos
casos, quieren vigilar aun la vida privada del ministro y su
familia, ¡incluso lo que comen, visten o tienen!
¿Cuándo termina nuestra obligación?
El principio revelado por Dios es muy diferente. Esa
primera décima de nuestros ingresos
no es nuestra
y ¡nunca lo
fue!
Le pertenece a Dios.
El método que Dios mismo instituyó
para que le pagáramos el dinero de El, es pagarlo a quienes El
ha llamado como sus verdaderos ministros.
Una vez que hayamos hecho esto,
¡nuestra responsabili–
dad con respecto a ese dinero cesa!
Ya no tenemos más
obligación, responsabilidad o dirección en su manejo que la
que tenemos en el dinero que le debemos a la empresa de
energía eléctrica o a la telefónica y que pagamos a quien lo
recauda. Cuando pagamos,
HEMOS HECHO NUESTRA PARTE,
hemos
cumplido
con nuestra
obligación.
Se espera, por supuesto, que estemos seguros de que el
recaudador sea el representante aprobado por la compañía, no
un impostor que
se disfraza
como el recaudador de la
compañía. De igual manera, debemos estar seguros de que le
estamos pagando el diezmo a un
VERDADERO
ministro de
Jesucristo. Hoy Satanás tiene muchos más ministros que
Jesucristo. ¡Los impostores de Satanás aparentan ser minis–
tros de Jesucristo, adoptan maneras santurronas, parecen
muy piadosos y espirituales en su forma de hablar! ¿Cómo los
podemos distinguir?
PoR
sus
FRUTOS
los conoceréis, dijo
Jesucristo. Los
FRUTOS
del Espíritu de Dios y del verdadero
ministerio de Jesucristo ¡no pueden ser falsificados!
En otras palabras, cuando le pagamos los diezmos a]
representante acreditado y verdadero de Dios,
es como si se
los pagáramos a Dios.
No es una donación caritativa que
nosotros le hacemos al ministro. No es
NUESTRO
dinero, sino