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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Dios no dará vida eterna a uno que en su mente y corazón desdeñe
el
carácter
y el modo de
vida
que El se propone formar en todos
aquellos que integren.su reino. De manera que cuando determine–
mos hacer tratos con el Dios verdadero, hemos de dejar a un lado
las "tonterías" y no seguir engañándonos más en lo tocante a la
religión. Porque, o bien llegamos a
AMAR
al Creador Dios y sus
caminos y leyes con todo nuestro ser, o automáticamente empeza–
remos a resentir su autoridad y gobierno sobre nuestras vidas.
Allí es donde entra el
décimo mandamiento.
Porque demues–
tra la
autoridad
de Dios aun sobre nuestros íntimos pensamientos.
Nosotros debemos aprender a pensar como Dios piensa.
"Haya, pues, en vosotros este
sentir
[modo de pensar] que
hubo también en Cristo Jesús" (Filipenses 2:5).
Mediante el Espíritu de Dios en nosotros, tenemos que
pelear
la batalla de la fe - subyugar la codiciosa naturaleza humana que
está en nosotros - y finalmente triunfar "cautivando
TODO
intento a la obediencia de Cristo" (2 Co. 10:5). Esta es la
META
final del verdadero cristiano- que será alcanzada plenamente en
la resurrección.
Pero durante esta vida hemos de
CRECER
en el carácter de
Dios. Tenemos que aprender como lo hicieron los justos de antaño,
Enoc, Noé, Abraham y otros siervos del Altísimo, a "caminar con
Dios". Debemos andar en su senda - hacer lo que El hace -
pensar como El piensa.
¿Y cómo lograrlo, si la mente normal del hombre está llena de
egoísmo, vanidad, envidia, codicia, odio, lujuria
-
completa–
mente
CORTADA
de los caminos y pensamientos de Dios (lsaías
55:8,
9)?
Eso sería imposible sin que se operase en nosotros un cambio
de mente. Por eso Jesús recalcó la importancia de hacer
cambiar,
convertir
y
LIMPIAR
nuestras mentes cuando dijo: "Bienaventura–
dos los de
limpio corazón
porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8).
¿Cuál es nuestra posición?
Especialmente desde la Segunda Guerra Mundial, nuestra
sociedad vive la vida con más
apresuramientos.
Estamos siempre
de prisa por hacer más
dinero.
Tenemos
prisa
por divertirnos, por
SACARLE
el mayor partido a la vida. Por muchos medios se nos
enseña que hemos de competir con nuestros semejantes para ganar
posiciones sociales y superioridad material.