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EL DECIMO MANDAMIENTO
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Hemos llegado a
ANSIAR
lujos materiales que en algunos casos
eran completamente
desconocidos
hace apenas dos generaciones.
Se nos urge a gastar más de lo que ganamos - que hagamos más
de lo debido. "Usted se lo debe a sí mismo", dice el artificioso
anuncio, dándole la idea de que usted es un tonto si no compra un
carro más grande, si no come en un restaurante más lujoso, si no
hace viajes más prolongados y más costosos.
Se insiste en que el individuo
procure para sí
más posesiones,
y el acento recae marcadamente sobre el
EGO.
En términos nacionales, encontramos que los países del
mundo
pelean
y
MATAN
debido a esta misma actitud del corazón.
"¿De dónde vienen las guerras y los peleitos entre vosotros? ¿No es
de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros
miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no
podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis,
porque no pedís". (Santiago 4:1-2).
Muy a menudo el capitalista
codicia
más dinero del que puede
obtener fácilmente pagando salarios justos, y movido por esa codi–
cia
ROBA
a sus empleados, pagándoles salarios bajos, y empleando
lo menos posible en el mejoramiento de las condiciones de trabajo
y seguridad de sus empleados.
De la misma manera, el trabajador moderno - a menudo mal
guiado por líderes sindicales sin escrúpulos - aprende a
CODICIAR
más dinero del que puede ganar honradamente. Mediante presión
organizada y tramperia política, se supone que puede
obtener algo
a cambio de nada.
Eso es
QUEBRANTAR
el
décimo mandamiento.
Es dañar no
solamente al hombre que así procede, sino
destruir
la capacidad y
suficiencia de su nación para competir eficazmente en el mercado
mundial de intercambio.
La nación cuya gente practica esta forma de
CODICIA
e hipo–
cresía acabará en "bancarrota".
¿Por qué se dedican al juego y a la lotería millones de
individuos en todas las naciones? No es ciertamente por el deseo de
producir
cosas buenas para beneficio de sus semejantes, y así ganar
honrada y orgullosamente su pan cotidiano. No, lo hacen movidos
por el deseo básico que mora en el hombre de
conseguir algo por
nada
-
la
CODICIA
de recibir recompensas que no ha ganado
legítimamente.
¿Por qué los que se dicen "autores" escriben novelas baratas