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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
"... su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como
nieve; sus ojos como llama de fuego ... y su rostro era como el sol
cuando resplandece en su fuerza".
Como Dios mismo que es, el rostro de Jesús brilla ahora con
esplendor y con
PODER.
Usted, en su actual condición humana,
¡no
se atrevería a mirarle directamente!
Muchos dirán que no adoran tales cuadros, retratos o pintu–
ras. Tal vez no. Pero estas
representaciones
y
conceptos
de Cristo
indudablemente vienen a sus mentes muy a menudo cuando pien–
san en Cristo o mientras oran. En realidad se interponen entre
ellos y Cristo.
¿Sustituirla usted al Cristo
viviente
y
verdadero
por uno de
estos cuadros o pinturas, culpándose
usted mismo
de
quebrantar
el
segundo mandamiento? ¿Limitaría usted su concepto del Cristo
viviente que describe su Biblia - del Cristo que se sienta glorifi–
cado ahora a la diestra de Dios en el cielo y cuyo rostro resplan–
dece como el Sol en toda su fuerza?
Las fiestas de hoy
Los hombres han ideado muchos
métodos erróneos
de adora–
ción al Todopoderoso. Jesús advirtió a la gente de su tiempo del
peligro de sus tradiciones religiosas de invención humana, cuando
dijo: "Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas manda–
mientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os
aferráis a la tradición de los hombres ..." (Marcos 7:7-8).
Muchas de las fiestas "tradicionales" que se celebran en este
mundo no están basadas en la Biblia, sino que han sido tomadas
directamente del paganismo, e implican práticas y conceptos con–
trarios a la verdad de Dios. Y al igual que los cuadros, pinturas u
objetos físicos que interponemos entre nosotros y nuestra adora–
ción a Dios, éstas dan un
FALSO
concepto de Dios y de su plan de
salvación para la humanidad.
Por ejemplo, la Navidad pinta al "niñito Jesús" en los brazos
de su madre, teniendo como fondo un humilde pesebre de Judea.
Se da énfasis a un afecto puramente sentimental hacia la persona
de un indefenso niñito. El intercambio de regalos entre amigos y
parientes, el engañoso símbolo de "Santa Claus" para los confiados
e ignorantes niños, y la temporada navideña de regocijo y borra–
chera, opacan completamente el grandioso propósito de la primera
venida de Jesús a la Tierra. El verdadero
MENSAJE
de Cristo- sus