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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
El juez Leibowitz concluyó sus investigaciones con una solu–
ción para la delincuencia juvenil contenida en once palabras:
"Que
el padre vuelva a ser la cabeza de la familia".
La extraordinaria SOLUCIÓN para los problemas juveniles pre–
sentada por tan eminente autoridad penetra más hondo de lo que
aparenta, porque va a la raíz misma del problema:
La falta de
verdadero
y
arraigado respeto por la autoridad constituida que
muestra el niño desde la infancia
y
a través de toda su vida.
Este problema tiene su origen en la infancia - ¡en el HOGAR!
Mucho antes de que el niño tenga siquiera nociones de que existe
la iglesia, la escuela, la nación, él ya está formando
actitudes
y
hábitos
hacia sus superiores en el hogar y en el vecindario.
Lo que
en la infancia
se desarrolle de esta porción del carácter
del niño, indudablemente afectará sus pensamientos y acciones
durante el resto de su vida natural.
El quinto mandamiento
Los primeros
cuatro mandamientos
definen las
relaciones del
hombre con Dios.
Nos enseñan la
magnitud
del poder y del nom–
bre de Dios - nos exhortan a
recordarlo
como Creador de todo lo
que existe.
El
quinto mandamiento
fue puesto a la cabeza de los manda–
mientos que gobiernan nuestras relaciones humanas, y no sólo es
superior en importancia entre éstos cuando entendemos su cabal
significado, sino que actúa a manera de "puente" entre las dos
secciones de la ley de Dios.
Eso se explica fácilmente porque la verdadera obediencia al
quinto mandamiento está inevitablemente eslabonada con la
obe–
diencia
y
honra
tributada a Dios mismo.
Nuestro Creador sabía esto cuando lo inspiró para ser "el
primer mandamiento con promesa".
"HONRA A TU PADRE
Y
A TU MADRE,
para que tus días se
alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da"
(Exodo 20:12).
¿Por qué hemos de honrar a nuestros padres?
La verdadera
respuesta
revela lo PROFUNDO de este manda–
miento y su verdadera importancia. ¡Cuántas tragedias se evita–
rían si CADA
padre sobre la Tierra
pudiera comprender la
gran
INFLUENCIA sobre la vida posterior del niño que automáticamente
aparece como
resultado directo
de su obediencia o desobediencia a
este mandamiento dado por Dios!