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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
carne y huesos de Adán. "Y dijo Adán: Esto es ahora hueso de mis
huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del
Varón fue tomada" (versículo 23).
Ahora Adán tenía ante sus ojos una criatura
semejante a
él,
una
persona
con quien podía compartirlo
TODO.
Un alma viviente
creada para serie ayuda "idónea", y esposa y compañera. Porque
Dios dijo: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y
allegarse ha a su mujer, y serán
una sola carne"
(versículo 24).
Dios nos hizo
varón
y
hembra.
Dios
creó
EL ACTO SEXUAL
como algo bello y santo que habría de usarse para su gloria. Y,
como lo acabamos de ver, Dios - no los hombres, o las leyes o los
tribunales humanos - instituyó el
matrimonio.
De manera que el
primero
y
primario
propósito del matrimo–
nio es hacer al hombre y a la mujer completos. Cada uno está
incompleto
sin el otro. El hombre por sí solo no estaba capacitado
para cumplir el
propósito
para el cual Dios lo creó - no estaba
apto para aprender las
lecciones
de
CARÁCTER
que Dios determinó
grabar en la mente del hombre - por lo tanto, Dios creó a la
mujer como una "ayuda" para el hombre. Y, en la creación misma,
Dios demostró que ellos habían de vivir juntos como esposo y
esposa
en una unión carnal-
para compartirlo
TODO
enoesta vida,
y así darles
significado
a sus vidas y hacerlas
completas
por lo
menos en el sentido físico.
El
segundo
propósito del acto sexual y el matrimonio es el
engendrar y educar hijos. Porque Dios había dicho al hombre y a
la mujer: "Fructificad y multiplicad, henchid la tierra, y sojuz–
gadla ..." (Génesis 1:28).
El
engendrar
hijos trae la responsabilidad de
protegerlos
y
educarlos. Un hogar estable, y un matrimonio feliz, son indispensa–
bles para la buena crianza y educación del niño. Y Dios ordena:
"Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se
apartará de ella" (Pr. 22:6).
Ambos padres son responsables de la supervisión y crianza de
sus hijos. Pero la responsabilidad de cuidar y educar a los hijos
minuto por minuto, hora tras hora recae sobre la esposa, como que
ella es la "ayuda" otorgada por Dios al esposo. El Eterno Dios
manda que las mujeres jóvenes aprendan "a amar a sus maridos y
a sus hijos, a ser prudentes, castas,
CUIDADOSAS DE
su
CASA,
buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea
blasfemada" (Tito 2:4-5).