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EL SEPTIMO MANDAMIENTO
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El hogar, la escuela del carácter
El hogar y la familia son las
BASES
de toda sociedad decente.
Las lecciones de
carácter
aprendidas en el hogar - paciencia,
entendimiento, bondad- son todas cualidades que Dios quiere en
el hombre
por la eternidad,
y el vínculo de la
familia
es el mejor
terreno para cultivar esas cualidades.
Como en ningún otro sitio, las lecciones de
decencia,
lealtad, y
sentido de
responsabilidad
se aprenden en un hogar feliz y bien
equilibrado.
De manera que, además de hacer completo al hombre y del
engendramiento y educación de los hijos, el
tercer
gran propósito
en el acto sexual y el matrimonio es formar
CARÁCTER
en el
individuo mediante el hogar y el vínculo familiar. El reino y la ley
de Dios están basado en
AMOR.
Jesús dijo: "Bienaventurada cosa es
DAR
antes que recibir" (Hechos 20:35).
Para obedecer las leyes de Dios sobre el matrimonio, el hom–
bre y la mujer tienen que
DARSE
a sí mismos literalmente en cada
fase y faceta de sus vidas.
Para demostrar que este principio debe practicarse en las
relaciones sexuales así como en otras, el apóstol Pablo manda:
"Pague el marido a su mujer el débito conyugal, y asimismo la
mujer a su marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio
cuerpo, sino el marido, y de la misma manera el marido no tiene
potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os defraudéis el
uno al otro, a no ser de mutuo consentimiento por algún tiempo,
para dedicaros enteramente a la oración; y volved a estar juntos,
no sea que os tiente Satanás por medio de vuestra incontinencia"
(1 Co. 7:3-5 Versión Moderna).
El acto material de unión corpórea es una deuda que cada
cónyuge contrae con el otro. Pero ésta es una deuda de
AMOR
y es
tan íntima y santa que Dios a menudo la bendice con una
NUEVA
VIDA.
El propósito divino en la atracción sexual es encender amor e
intensificarlo hasta producir la completa y mutua rendición de dos
vidas.
El amor en su más alto sentido es unión. La unión matrimo–
nial es de mente, corazón y cuerpo. Y el mandamiento de Dios
santifica esta unión y le da carácter sagrado, porque el Creador