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EL OCTAVO MANDAMIENTO
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ratero común. Quien tal hace está tratando de adquirir más que la
legítima devolución por sus productos.
Considerando el exceso ilegal que espera recibir, trata de obte–
ner ese
algo
extra a cambio de
NADA.
El simplemente está
ROBANDO.
Con todo, solamente Dios sabe en cuántos
millares de casos
se
practica este tipo de ilegalidad y engaño.
Otro método de latrocinio que pocos toman en cuenta es la
práctica moderna de cultivar y preparar alimentos. Los agriculto–
res rehusan dejar la tierra completamente descansada cada siete
años como Dios lo manda (Levítico 25:3-4), y además usan fertili–
zantes químicos que
roban
al suelo los nutrimentos que produci–
rían comestibles sanos. Y es así cómo los alimentos producidos en
estos campos desprovistos del poder vital están siendo
DESPOJADOS
de las vitaminas naturales, los minerales y los elementos alimenti–
cios que Dios determinó que tuvieran.
En efecto, a la gente que forzosamente consume estos alimen–
tos le están
robando
la salud, la vitalidad, y en algunos casos la
vida misma. Prueba de ello la actual afición por las vitaminas en
píldoras y cápsulas, el gusto por el pan y la leche "enriquecidos"
con vitaminas "añadidas" artificialmente. Estas vitaminas artifi–
ciales - que en muchos casos el cuerpo humano
no puede utilizar
- JAMÁS
serían necesarias si los alimentos que tomamos hubiesen
sido cultivados y procesados propiamente desde un principio.
La
misma culpa
recae sobre los elaboradores de productos
alimenticios que movidos por la codicia de "ganancia injusta"
quitan los elementos sanos a los comestibles que consumimos. O,
en millares de casos, les añaden "preservativos" químicos que son
absolutamente
dañinos
a la salud de quienes los consumen.
De más está decir que carecemos de tiempo y espacio en este
libro para dar una explicación completa de este principio. Pero es
importante darnos cuenta de que
MILLONES
de seres humanos en
nuestra civilización "cristiana" están sufriendo los efectos de las
enfermedades y deficiencias de hechura humana. Estas enfermeda–
des han sido provocadas en parte por la
ignorancia
de las personas
respecto de lo que se debe comer, y en parte por el
PECADO
y la
CODICIA
de los manufactureros de productos alimenticios
que a
sabiendas, se roban los elementos vitalicios de nuestros alimentos.
Para todos aquellos que
ROBAN
en esta u otra forma similar,
hay un día de solemne
JUICIO
que se avecina.