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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
propia y el sentido de importancia que el bien de sus semejantes.
Ellos hablan y actúan
falsamente
porque temen la opinión de los
hombres mucho más que la del DIOs Omnipotente. Las acciones
diarias y las palabras de casi todos los hombres testifican elocuen–
temente la verdad de lo antes dicho.
Como dijo Juan de los líderes religiosos de su tiempo:
"Ama–
ban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios"
(Juan
12:43).
Los hombres a menudo se avergüenzan de lo que ellos llaman
"bancarrota" en los negocios o en el sentido social. Ellos timarán,
falsificarán y
MENTIRÁN
con tal de evitar el "descrédito" - o
tratar de en cubrirlo.
Pero desde el punto de vista de lo que es intrinsicamente
"recto" - y de valor
eterno
lo que ellos debieran temer es el
PECAR.
Porque ya lo dice el apóstol Pablo:
"Si Dios es por
noso–
tros,
¿quién será contra nosotros?"
(Romanos 8:31).
Jesús dijo: "Bienaventurados sois, cuando os vituperaren y os
persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, min–
tiendo" (Mateo 5:11).
Sería preferible que
CESÁRAMOS DE PREOCUPARNOS
por la
opinión del misero mortal - y llegásemos a interesarnos en lo que
piensa el DIOs Todopoderoso. Entonces dejaríamos a un lado toda
forma de
hipocresía
en los negocios, en la vida social, en la política
- sí, en nuestros afanes
religiosos
y
científicos.
Recuerde que muchos de los que este mundo engañoso con–
denó recibieron la bendición de Dios y son herederos de
vida
eterna.
¡Jamás olvidemos que mediante el pecado de
falso testimo–
nio
y
mentira
fue
ASESINADO
Jesucristo!
"Porque muchos decían
falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concertaban"
(Marcos 14:56).
Dado que por la
vanidad
los hombres quieren creer lo que es
"popular" en el momento, se engañarán a sí mismos y a sus
asociados, aceptando como ciertas las teorías religiosas y científi–
cas que
NO TIENEN BASE ALGUNA
en hechos reales.
Dios nos amonesta contra tales
HIPÓCRITAS,
diciéndonos:
"Porque manífiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres que detienen la verdad con injusticia"
(Romanos 1:18). Los hombres detienen o ahogan la verdad, por–
que prohiben la publicación y revelación de la misma.
Dios condena a quienes sabiéndolo, ocultan o
DETIENEN
la