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El matrimonio ... ¿destinado a desaparecer?
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que procede de la persona misma del Padre, entra en la mente
del individuo para morar en él. De esta manera se ha
concebido
la
vida
del Padre; la persona humana ha sido
engendrada
por el Padre.
Y luego,
¿qué'!
"Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a
Jesús [cuando Jesús nació de nuevo en la familia divina] mora
en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús
vivificará [resucitará] también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros" (Romanos 8:11).
El que así sea engendrado por Dios, por el Padre de la
familia divina,
y
que tenga aquel Espíritu morando dentro de
sí, nacerá por segunda vez en la resurrección. Nacerá de Dios,
como miembro de la familia de Dios, lo mismo que Jesús. Ya
no será humano ni estará compuesto de materia, de carne
humana; antes bien, será espíritu como Dios es espíritu.
Desde ahora, hijos de Dios
Una vez engendrado,
y
habiendo recibido el don del Espíritu
de Dios, el individuo se convierte (siendo aún humano) en hijo
de Dios: "Porque todos los que son
guiados
por el Espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14). "Pues
... habéis recibido el espíritu de adopción [o más correcta–
mente,
FILIACIÓN],
por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos
de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios
y
coherederos con Cristo" (versículos 15-17).
Y también: "Amados,
ahora
somos hijos de Dios,
y
aún
no se ha manifestado lo que hemos de ser [es decir, aún no
podemos ver lo que
SEREMOS
en la resurrección]; pero ... sere–
mos semejantes a él"
(1
Juan 3:2). Seremos como es Jesús
ahora
y
Él ahora es espíritu. ¡Es Dios!
Nótese ahora lo que Dios revela por medio del apóstol
Pablo. Dice que el Reino de Dios es algo que podemos
heredar,
pero no mientras estemos en esta vida, no mientras
seamos humanos, compuestos de carne
y
sangre. Como
explicamos anteriormente, por ahora somos apenas
HEREDE–
ROS
(¡siempre
y
cuando
seamos
de Cristo!). "Pero esto digo,
hermanos: que la carne
y
la sangre no pueden heredar el Reino
de Dios"
(1
Corintios 15:50). Jesús dijo que no podemos
ver
el