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La mente humana
CRECE en el Espíritu Santo y en carácter, ¡no entrará en el
reino de Dios! Aquel último siervo representa a uno que
"RECIBIÓ A CRISTO"
y
consideró que ya había "nacido de
nuevo" de manera que no tenía necesidad de vencer, de crecer
espiritualmente ni de desarrollar carácter espiritual. Pensó
que ya estaba "salvo", pues no creyó que las "obras" eran
necesarias para la salvación.
Lo que el siervo malo no captó fue que, aunque la
salvación es un DON GRATUITO, seremos RECOMPENSADOS de
acuerdo con nuestras obras (Mateo 16:27). Por consiguiente,
al no hacer NADA perdió NO SOLAMENTE la recompensa sino
también la oportunidad de recibir el don GRATUITO de la vida
eterna. La respuesta que Cristo dará a todo aquel que crea así
será: "Siervo malo y negligente ... Quitadle, pues, el talen–
to ... Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 25:26, 28, 30). Ese
siervo fracasó totalmente en cuanto al cumplimiento del
verdadero PROPÓSITO de Dios, que es desarrollar en nosotros el
CARÁCTER santo y justo que podemos recibir de El.
Muchos seres humanos han sido engañados de manera
que han aceptado una salvación FALSA.
Ahora, para completar la comparación que habíamos
iniciado debemos agregar que, al igual que el feto humano va
desarrollando gradualmente rasgos físicos, órganos y demás
características, una a una, también el cristiano engendrado
debe desarrollar los ATRIBUTOS ESPIRITUALES, uno a uno, a lo
largo de toda su vida. Estos atributos incluyen
amor, fe,
conocimiento de las cosas espirituales, paciencia, gentileza,
bondad
y
templanza.
Un verdadero cristiano debe ser un
HACEDOR de la Palabra de Dios. El feto que no crece, muere;
~amás
nacerá!
La importancia del carácter
Veamos, por último, CÓMO Dios planeó tender un puente entre
la composición física y la espiritual para reproducirse en y por
medio de seres humanos.
Primero puso en el hombre un "espíritu humano". Sin
embargo, este espíritu no es el que toma decisiones, no es el
que se arrepiente del mal ni el que fortalece el carácter. Como
ya hemos explicado, este espíritu humano no imparte vida;