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La causa de los males del mundo
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Satanás estaba activo cuando el apóstol Pablo escribió,
bajo inspiración, a la iglesia de Corinto: "Temo que, igual que
la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro
modo de pensar" (11 Corintios
11:3,
Nueva Biblia Española).
Los de la iglesia en Corinto no habían nacido con una mente
corrompida, mas estaban en peligro de adquirirla.
La "radiodifusión" de Satanés
En Efesios 2:2 se halla la siguiente explicación: "Anduvis–
teis en otro tiempo ... conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia".
Satanás es un ser espiritual de extraordinario poder. Es el
príncipe de la potestad del aire. Difunde su influencia por el
aire. Entendamos cómo opera esta influencia en los humanos.
Cuando Dios quiso influir en la mente de Ciro, rey de
Persia, para que decretara el regreso de un contingente de
judíos a Jerusalén y construyeran el segundo templo, "exci–
tó ... el espíritu de Ciro, rey de Persia" para que lo hiciera
(Esdras 1:1, versión de Nácar-Colunga).
Todo ser humano tiene, desde que nace, no una
"naturaleza humana" sino un espíritu, a manera de esencia
(no un alma), el cual imparte el poder del intelecto al cerebro
humano. Este espíritu en el hombre no puede ver, sino que el
cerebro físico ve por medio de los ojos. El conocimiento entra
en el cerebro por medio de los sentidos de la vista, el oído, el
gusto, el olfato y el tacto, aunque el cerebro no puede ver, oír,
gustar, oler ni palpar el espíritu, pues está confinado al
conocimiento de lo físico y material.
No obstante, todo el conocimiento que entra en el cerebro
físico por medio de los cinco sentidos es "programado"
automáticamente como en una computadora, es registrado en
la memoria del espíritu humano. Este espíritu en el hombre
funciona como una computadora y hace volver instantánea–
mente el conocimiento almacenado en el cerebro. El cerebro
utiliza esta respuesta instantánea en los procesos del pensa–
miento, razonamiento y la toma de decisiones.
El espíritu humano no piensa, sino que le suministra el
poder al cerebro para que éste piense. Tampoco imparte vida
humana, pues ésta se sostiene por la respiración física y la
circulación de la sangre.