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Las siete leyes del éxito
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Debería existir un
PROPÓSITO
trascendental en nuestra
vida. Muy pocos han conocido un propósito así. A lo largo de
los siglos y los milenios, los grandes pensadores y filósofos han
reflexionado en vano deseando saber si la vida tiene un
propósito verdadero. Sócrates, Platón y Agustín, entre otros,
especularon y razonaron al respecto; sin embargo, el verdade–
ro significado de la vida siempre les eludió. El asunto más
profundo y más importante de la vida quedó en el misterio;
era para ellos ¡un enigma insoluble!
SI ACASO
alguien pudiera descubrir el
PROPÓSITO
super–
eminente, ese propósito definido para el cual los humanos
fuimos puestos sobre la tierra,
SI ACASO
pudiera descubrir
un potencial humano que trascendiera la existencia temporal,
se supone que tal
PROPÓSITO
sería la meta que provocaría una
ambición dinámica.
Pero ... ¡ay! ¿Quién ha descubierto alguna vez tal pro–
pósito, tal finalidad de la vida?
¿No había algo más excelente por lo cual pudieran
haberse esforzado los dos prominentes banqueros amigos
míos? ¿No había algo mejor que el sólo disfrutar de su
pasajera prosperidad ... para luego ser olvidados por sus
sucesores? Después de todo, ¿qué es lo que hace la vida digna
de vivirse?
Repetimos: La primera ley del verdadero éxito es ¡fijarse
la meta correcta! Los hombres que hemos mencionado se
encontraban entre los más eminentemente prósperos de este
mundo, y todos tuvieron metas y aplicaron con diligencia las
seis primeras leyes del éxito. Pero por desconocer la séptima
no supieron aplicar debidamente la primera, y su éxito fue
pasajero.
La segunda ley vital
Como hemos visto, si uno quiere tener
ÉXITO
en la vida,
debe fijarse primero la meta correcta y luego prepararse para
lograrla.
·
Así, la
segunda ley
del éxito, en su orden, es
EDUCACIÓN
o
PREPARACIÓN.
¿Qué esperanza puede tener uno de lograr su objetivo si
no obtiene el conocimiento necesario?
Una cosa que necesitamos entender acerca de la vida, y