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Su portentoso futuro
El Cristo viviente ya sostiene el universo por su fuerza
divina e ilimitada. El pasaje muestra que El es superior a los
ángeles por tratarse del Hijo engendrado y nacido de Dios,
mientras que los ángeles son apenas seres creados individual–
mente. Los ángeles son ahora espíritus invisibles (para
nosotros) que nos sirven a quienes por el momento ocupamos
un rango inferior al suyo; mas nosotros somos los
herederos
de
la salvación y recibiremos esa herencia cuando
nazcamos
como hijos de Dios al igual que Cristo (Hebreos 1:4-14).
El espacio sideral: planetas muertos
Relacionemos ahora todo esto con la revelación de
Romanos 8:29 que nos habla de Cristo como Hijo de Dios:
" ... para que él sea el
primogénito
entre muchos hermanos".
Los que tienen el Espíritu Santo de Dios son herederos de
Dios y coherederos con Jesucristo quien es el único, entre
todos los seres humanos, que ya ha nacido como Hijo de Dios
mediante una resurrección (Romanos 1:4). El es el
PRIMERO
de
la familia humana que nació como miembro de la familia
divina: el reino de Dios. Es nuestro pionero, el primero de
todos. Nosotros lo seguiremos cuando regrese a la Tierra con
supremo poder y gloria y los justos sean resucitados.
Este capítulo octavo de Romanos, versículo 9, dice que
si tenemos el Espíritu Santo de Dios en nosotros somos hijos
engendrados de El. Pero si no lo tenemos no somos suyos: no
somos cristianos. Luego el versículo 11 dice que si el Espíritu
de Dios está creciendo dentro de nosotros y nos está guiando,
El nos levantará también de la muerte (o si estamos vivos
cuando Cristo regrese nos transformará de mortales en
inmortales). Ahora Pablo prosigue: "Porque todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios ... El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos [en esta vida] juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto
que las aflicciones del tiempo presente no son comparables
con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse"
(Romanos 8:14-18).
Prosiguiendo leemos: "Porque el anhelo ardiente de la