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Un mundo secuestrado
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Jesús no vino a reparar, modernizar o reconstruir este
edificio, este mundo, esta civilización. Su cimiento es falso; es
el de Satanás. Sus sistemas de gobierno, sus sistemas
jurídicos, sus sistemas educativos defectuosos y materialistas,
sus religiones, sus sistemas sociales
y
costumbres, en fin, toda
su superestructura es defectuosa, produce descontento, desdi–
cha, disputas, competencia, contienda y finalmente violencia
y destrucción, con angustia, sufrimiento, pobreza
y
muerte.
Estas son las columnas y las vigas, la superestructura del
edificio que es este mundo. Jesús no vino a reformar este
mundo, a traer un "reavivamiento espiritual", a orar por él, a
salvarlo o a preservar algunos de sus caminos.
La Iglesia es el comienzo (el embrión) de un edificio
totalmente NUEVO y DIFERENTE.
Jesús llamó a aquellos escogidos por Dios para que se
APARTARAN del mundo y de sus caminos. Aquellos llamados a
separarse deben seguir viviendo en el mundo con los demás, y
aun se les enseña a que estén sujetos a los gobiernos que están
sobre ellos. No han de OBEDECER cuando esto signifique
desobediencia a Dios, pero deben someterse, si es necesario,
aun a las penas que les sean impuestas.
¿Por qué ha habido una
"era de la Iglesia"?
Desde que Jesús fundó la Iglesia (el fundamento del
mundo venidero de Dios) han pasado más de 1.950 años.
Alguno se preguntará: "¿Cuál es el objeto de esta 'era de la
Iglesia' antes del establecimiento del reino de Dios?"
El propósito de Dios es escoger y llamar a algunos para que
salgan de los caminos del mundo de Satanás y prepararlos para
que lleguen a ser maestros
y
dirigentes cuando Dios envíe a
Cristo de regreso a la tierra como REY de reyes y SEÑOR de
señores para reinar, enseñar y convertir a todos los que en aquel
entonces estén dispuestos a seguirlo. Todos los que han vivido en
este mundo y se han adaptado a sus caminos erróneos y malos
deben ser instruidos en los caminos rectos de Dios.
Los que se conviertan
y
finalmente se salven en la Iglesia
serán reyes y sacerdotes y recibirán poder para regir y enseñar
a los demás (Apocalipsis 2:26-27; 3:21; 5:10). Durante casi
2.000 años de preparación, Jesús ha sido sumo sacerdote y